Fuente: scifiworld Vía via: thevampireclub
La decada de los 80s fue quiza la decada mas desvergonzada en la historia del cine, decada donde parecia destacar el divertimento mas despreocupado pro encima de cualquier otro factor, El cine de vampiros no fue ajeno a una epoca que pese a sus defectos siempre supo reirse de si misma.
Salvo la muy destacada ‘El baile de los vampiros’ (1967, Roman Polanski) o curiosos experimentos del tipo ‘Drácula Negro (Blacula)’ (1972, William Crain), la tradición del cine vampírico pre-ochentero era la de estar envuelta en una gravedad y solemnidad en la línea que se creía debía ser la figura del vampiro. Sólo el humor extrínseco que cada uno otorgara a la cinta de vampiros en cuestión, podía dotarle de cierta relevancia humorística, pero nunca mostrada conscientemente por el carácter propio de la película antes de la llegada de los años ochenta.
Así que no fue hasta esa simpar década cuando entró en escena otro concepto de película de chupasangres. Poco a poco y a medida que iba entrando la década, el subgénero vampírico se fue orientando claramente hacia la generación cinéfila de los jóvenes de la época, jóvenes que entendían el entretenimiento como una forma desenfada y divertida de pasar el rato. Fue así como ese cine despreocupado y divertidamente evasivo que se hacía en aquellos años, llegó también al mundo del cine de terror.
Atrás quedaban esos años setenta donde el cine de género era visto como algo que era tomado en serio, permitiéndose incluso ciertas licencias intelectuales y cuyo único objetivo final era dejar mal cuerpo al espectador. Los pulcros años setenta parecían ya muy lejanos en el tiempo y los desenfadados años ochenta abrían sus fauces para tragar todo aquello que oliera a setentero.De entre todas las películas ochenteras de vampiros que se hicieron aunando humor y terror destacaría ‘Noche de miedo’ (1985, Tom Holland). La película de Holland proponía asistir a una inteligente parodia de vampiros al tiempo que no renunciaba en ningún momento en su intento de asustar al espectador.
Se hicieron algunas películas más siguiendo el mismo patrón de ésta, películas que resultaron menos frescas y más fallidas en sus intenciones. El éxito de ‘Noche de miedo’ fue tal que tres años después se hizo una innecesaria pero entretenida secuela.Los ochenta no fueron una buena época para el cine de calidad, pero fueron muy necesarios para una ruptura con la tradición que a mi modo de ver resulta enriquecedora y necesaria.
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